SOBRE MACHIRULOS Y FEMINAZIS
Mariano de las Nieves
Lo he leído tres veces. Y después lo he vuelto a leer una cuarta por si se me escapaba algún matiz, un giño o uno de esos giros que colocan a lo escrito en la correcta comprensión de lo que es autor quiso decir.
Lo he leído tres veces. Y después lo he vuelto a leer una cuarta por si se me escapaba algún matiz, un giño o uno de esos giros que colocan a lo escrito en la correcta comprensión de lo que es autor quiso decir.
Y he fracasado.
Me
estoy refiriendo a un articulo publicado en “El Mundo” el vieres 17 de febrero
del año en curso. El suelto se titula “Machirulos:
tolerancia cero” y lo firma un hombre al que suelo leer con agrado: Jorge
Bustos.
Espero que me hagan ustedes la gracia de
considerar que soy consciente de las victimas del machismo. Y por tanto que
estoy perfectamente enterado de su infame persistencia en nuestra sociedad
global con las peculiaridades, generalmente terribles, que determinadas culturas
imponen en su consideración y trato a la mujer por el mero hecho de serlo. Y
que no solo están en países lejanos y exóticos (que también) sino en la casa
del vecino con el que nos cruzamos en el ascensor.
Coincido, pues, con quien no solo abomina
de todo ello, pero coincido mucho más con quien actúa en la practica y en la
vida para paliarlo, evitarlo y, en definitiva, erradicarlo. Todos sus esfuerzos
siempre me han parecido no solo encomiables sino imprescindibles. Así como me
deja un cierto regustillo amargo quienes se limitan a la condolencia a toro
pasado para seguir después sin hacer nada.
Pero, como les decía, hay en el articulo
de Bustos cosas que me inquietan, barruntos que insinúan lo que se podría
querer decir y no se acaba de precisar. Por que también espero que me concedan ustedes
igualmente la capacidad básica (no mucha, desgraciadamente) de detectar la
ironía o el sarcasmo.
Bustos va desgranando, con precisión y
buena prosa, necesidades y posturas y contraponiéndolas con ejemplos que
aparentemente las contestan para inmediatamente acabar en una proposición
maximalista. Es una buena técnica literaria, pero les confieso que acaba
despistando al que lo lee.
Les pongo algún fragmente significativo.
Dice, por ejemplo, que a la derecha le
cuesta “aflojar” el caudal de dinero publico” que necesita la lucha contra “la
violencia de genero”. Contrapone (¡ah! El contrapunto casi musical) que también
hay mujeres de derechas, remata observando que, desde luego, “no duda de su
sentimiento” y concluye que a “estas mujeres (las de derechas) “si esta
permitido someterlas, por su bien, (¡sic!) al mansplaining”. Remata la jugada poniendo como ejemplos de desclase
femenino intolerable (se sigue suponiendo que en las mujeres de derechas) el
presentar las campanadas de Nochevieja con vestidos sugerentes, el ponerse
guapas con ropajes “que las cosifican por despertar la atracción del varón” o
tararear “sin pensar”, canciones de Sabina.
(al llegar aquí es cuando mi convicción de
entender lo que leo comienza a tambalearse).
Y así, más y más.
El final, sin duda, da la pista a gente
mas inteligente que yo. Se lo resumo y ustedes juzguen.
Habla de Irene Montero. Es machista, sin
dudarlo –dice- “presentarla como alguien que se ha beneficiado de
circunstancias personales para ascender”. Añade que “el periodista que critica
la acción política de una progresista como ella esta arremetiendo contra todas
las mujeres”. Sigue (¡contrapunto!) diciendo que “Nadie celebra que quienes
rodearon el Congreso lanzaran latas y llamaran putas a las diputadas de C’s”. Y
remata, con pase de pecho, “pero no nos confundamos de bando (sic). Ni tampoco
saquemos de contexto fantasías privadas sobre azotes y sangre”.
¡Magistral Bustos!
Hay que repetirlo: No está hecho para
inteligencias sin horizonte.
Como la mía.
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